martes 30 de abril de 2024 - Edición Nº561

Salud Publica | 9 nov 2022

Exceso de azúcar 

El peligro de las bebidas energéticas

Es difícil pensar en beber dos o tres cafés bien cargados, añadirles 16 cucharaditas de azúcar y tomárselo. Sin embargo, muchos adolescentes ingieren esa mezcla a diario, incluso varias veces al día, a través de las bebidas energéticas.


Por: El Mundo / Médicos Consultores

Es importante llamar la atención sobre un problema tan extendido como infravalorado, el del consumo descontrolado de las llamadas bebidas energéticas por los más jóvenes.y este no es un problema de un país sino practicamente toda Europa, América, y gran parte del mundo..

Las ventas de estos productos han experimentado un crecimiento constante en los últimos años sin que se repare lo suficiente en los problemas que puede acarrear su abuso, advierte Lurueña. «No hay percepción del riesgo».

La Dra Carmen Rubio, profesora del Grupo interuniversitario de Toxicología Alimentaria y Ambiental de la Universidad de La Laguna y coordinadora del comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) que en 2021 elaboró un informe sobre los riesgos asociados al consumo de bebidas energéticas.

Según sus datos, los problemas que puede desencadenar el abuso de estas bebidas tienen que ver, principalmente con tres aspectos: su alto contenido en cafeína, las grandes cantidades de azúcares que albergan y su frecuente combinación con el alcohol.

Las denominadas bebidas energéticas contienen, de media, 32 mg de cafeína por cada 100 mililitros. Por tanto, la cafeína de una lata de 500 ml, un formato frecuente de venta, alcanza los 160 mg por lata, el equivalente a dos cafés expresos. «Pero, tener en cuenta que hay bastantes consumidores que, en una noche de videojuegos, un botellón o preparando exámenes, porque hay diferentes perfiles de consumo, van a ingerir varios envases de esta bebida, por lo que las cantidades que toman pueden ser superiores a las recomendaciones establecidas como seguras», señala Rubio.

«Hay otros productos, como el café, que contienen una importante cantidad de cafeína, pero no se consumen de esa manera. Que adolescentes en desarrollo y con un peso corporal bajo se tomen el equivalente a seis o más cafés en un corto espacio de tiempo es una barbaridad», añade el Dr Lurueña, divulgador científico..

Según el último informe del Observatorio Español de Drogas y Adicciones casi la mitad de los estudiantes de entre 14 y 18 años (el 39% de las chicas y el 50,7% de los chicos) manifiesta haber tomado ese tipo de bebidas en el último mes.

No solo provocan insomnio y nerviosismo, El consumo de cafeína. A partir de los 3 mg por kg de peso corporal y día suelen aparecer alteraciones, como palpitaciones, taquicardias y otros signos de estimulación cardiovascular. Además, la ingesta elevada de bebidas energéticas se ha asociado en distintos estudios con efectos adversos de moderados a graves relacionados con el sistema cardiovascular.

«Se ha descripto la aparición de arritmias graves, tanto auriculares como ventriculares, asociadas a un consumo excesivo, así como miocardiopatías, generalmente ligadas a una ingesta muy elevada de bebidas energéticas en un corto periodo de tiempo. Son casos muy infrecuentes, excepcionales, pero hay evidencias en la literatura científica», expone David González Calle, vocal de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC)

Más que estos casos extraordinarios, al cardiólogo le preocupan los efectos de los altos niveles de azúcar que contienen estas bebidas. «Son una bomba de azúcar. En algunas hay 75 gramos en un solo envase, el triple de la cantidad máxima de azúcares libres recomendada para todo un día», subraya.

«Después del agua, el azúcar suele ser el ingrediente más abundante de estos productos. Esto aumenta los riesgos de obesidad, diabetes, caries, enfermedad cardiovascular y gota», abunda Miguel Ángel Martínez, catedrático de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Navarra, quien advierte de que «la sustitución del azúcar por edulcorantes no calóricos en estas bebidas no supone ninguna solución, aunque se use comercialmente para su promoción», ya que estas sustancias no son inocuas, alteran el gusto de los adolescentes y contribuyen a incluir estos productos en la categoría de ultraprocesados, con todos los perjuicios que esto engloba.

Otro de los aspectos que más preocupa a los especialistas consultados es la combinación de bebidas energéticas y alcohol. Distintos estudios han demostrado que esta mezcla enmascara la percepción de intoxicación etílica y produce una falsa sensación de seguridad que conduce a los jóvenes a consumir más alcohol y comportarse de forma temeraria. Por ejemplo, un reciente estudio financiado por la Dirección General de Tráfico (DGT), en el que han participado investigadores del CIBEROBN y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, mostró que mezclar alcohol con bebidas energéticas favorece la predisposición a conducir bajo los efectos del alcohol.

«Las bebidas energéticas reducen la sedación producida por el alcohol. La cafeína que contienen es una sustancia psicoestimulante que puede contrarrestar, al menos parcialmente, los efectos sedantes del alcohol. El hecho de notar menos algunos de los efectos del alcohol, como la somnolencia, puede provocar en el consumidor una falsa sensación de seguridad. Es decir, puede tener la sensación subjetiva de que rendirá mejor de lo que indican las pruebas objetivas, como los test de conducción», apunta Clara Pérez-Mañá, una de las principales firmantes del trabajo.

"Hay diversos estudios observacionales que relacionan el consumo de estas bebidas mezcladas con alcohol con una mayor predisposición a adoptar conductas de riesgo como puede ser el conducir bajo los efectos del alcohol, el mantener relaciones sexuales sin precaución o el juego compulsivo", añade.

 

Según la Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES), el 16,1% de los adolescentes entre 14 y 18 años ha consumido esa mezcla al menos una vez al mes en los últimos 30 días.

El mismo estudio expone que hay una mayor prevalencia de consumo de drogas entre los estudiantes que afirman consumir bebidas energéticas, sobre todo cuando esta ingesta se hace en combinación con alcohol. El sondeo también indica que los estudiantes que han tomado bebidas energéticas sacan peores notas de media, repiten más cursos y faltan más a clase que los estudiantes que no las toman.

«No deberíamos llamarlas bebidas energéticas porque no consiguen mejorar el rendimiento, sino todo lo contrario», resume Miguel Ángel Martínez.

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